Hace 14 años, recién mudado a mi actual casa, iba diciendo en voz alta a cualquiera que me quisiera oír: "Como no se lo den a Lolita, me voy de España".
Me refería al "Goya a la actriz revelación" por el que competía con su excelente trabajo en "Rencor". Un trabajo con algunas (muy pocas) carencias técnicas y de oficio que Dolores González Flores "Lolita", así aparecía oficialmente, supongo que para homeajear a sus padres, superó con enorme talento y empeño. Si la interpretación es transmitir emociones, esta señora hace mucho que sabe de lo que estamos hablando.
"Rencor" era una película complicada, de esas en las que no pasa nada y pasa todo, de las que no se pueden contar, de las que se ponen juntos personajes y te quedas a esperar a ver qué pasa. Por supuesto que tienen un trasfondo filosófico, de cómo tomarse la vida, y una enseñanza. En este caso que el rencor es un sentimiento que destruye por dentro al que lo tiene mientras que en nada afecta al objeto de ese rencor.
Muchas veces comparo estas películas con ir a un concierto: tú ya te sabes la partitura, las canciones, pero quieres recrearte en las emociones que te transmite, te dejas inundar.
Este año me ha pasado con una película, una película de esas en las que no pasa nada y pasa todo: "El Olivo" y en parte, además de por supuesto, gracias a la directora, Icíar Bollaín (Goya a la dirección por "Te doy mis ojos"), se debe a la maravillosa Anna Castillo. Es genial cómo gestiona lo que sabemos ella y nosotros pero no sus compañeros, sus miradas al horizonte, sus "discursos motivacionales", sus llamadas de auxilio. Es excepcional cuando se junta con Javier Gutiérrez (Goya al actor protagonista por "La isla mínima") y se quedan los dos juntos sin decirse nada.
No quiero hacer de menos a las demás nominadas, que seguro que hacen un trabajo estupendo (sólo he visto Kiki), pero igual que hace 14 años, a todo el que me quiera oír le digo:
"¡Si no se lo dan a Anna Castillo, me voy de España!"