El pasado siete de septiémbre-e-e-ee (es nuestro aniversario) cuando volvía de natación (sí , me he apuntado a natación en el polideportivo municipal), me encontré con esta pintoresca furgoneta en la Red de San Luis (pena que no entrara en plano el cartel de Telefónica y el de la parada de Metro, pero se reconoce perfectamente).
El caso es que el jipi (de los dos es el que va descalzo), preguntaba por un sitio para aparcar que no fuera subterráneo porque con los bambúes y el remolque no entraría, ya que buscaba una tienda que un amigo le había recomendado para comprar una guitarra. La tienda estaba por el centro, en una calle con muchas tiendas.
Al final me subí a la furgoneta y les acompañé y tras pasar el visto bueno de los agentes de movilidad que le hicieron quitar el cráneo de vaca y colocar mejor los bambúes, hasta la tienda de la "Unión Musical Adagio", en la Carrera de San Jerónimo.
El chico era francés, y la chica, de quien veis el brazo salir por la ventanilla, danesa. Entre ellos hablaban en inglés. Tenían cactus y plantitas en el salpicadero y viajaban con dos perros, uno de ellos con sólo tres patas. Ella era un poco más cínica y le molestó que los agentes de movilidad les miraran y se rieran (evidentemente habían hablado entre ellos porque si no, nos hubieran parado cada 15 metros. De hecho, me pareció que venían para ver la furgoneta, que era todo un espectáculo).
Al final todo salió bien, les dejé aparcados frente a la tienda (en zona de carga y descarga, en realidad iban a "cargar", ¿no?) y se despidieron muy amablemente.
Adorables, ¿verdad?
El caso es que el jipi (de los dos es el que va descalzo), preguntaba por un sitio para aparcar que no fuera subterráneo porque con los bambúes y el remolque no entraría, ya que buscaba una tienda que un amigo le había recomendado para comprar una guitarra. La tienda estaba por el centro, en una calle con muchas tiendas.
Al final me subí a la furgoneta y les acompañé y tras pasar el visto bueno de los agentes de movilidad que le hicieron quitar el cráneo de vaca y colocar mejor los bambúes, hasta la tienda de la "Unión Musical Adagio", en la Carrera de San Jerónimo.
El chico era francés, y la chica, de quien veis el brazo salir por la ventanilla, danesa. Entre ellos hablaban en inglés. Tenían cactus y plantitas en el salpicadero y viajaban con dos perros, uno de ellos con sólo tres patas. Ella era un poco más cínica y le molestó que los agentes de movilidad les miraran y se rieran (evidentemente habían hablado entre ellos porque si no, nos hubieran parado cada 15 metros. De hecho, me pareció que venían para ver la furgoneta, que era todo un espectáculo).
Al final todo salió bien, les dejé aparcados frente a la tienda (en zona de carga y descarga, en realidad iban a "cargar", ¿no?) y se despidieron muy amablemente.
Adorables, ¿verdad?